SORPRENDENTE… Escuchar música y comer chocolate, aumentan sensación de felicidad.

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Un estudio realizado por el investigador del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina, de la Facultad de Medicina (FM-UNAM) José Luis Díaz Gómez, precisó que: Al escucharla, las principales zonas sensoriales de nuestro cerebro se activan y se comunican entre sí, de tal manera que la hacen una experiencia intersensorial: abarca el oído y también involucra las zonas motoras y numerosas regiones de la corteza cerebral relacionadas con el lenguaje y las emociones.

 

Por lo que la música dispara la felicidad, tanto como hacer el amor o comer tu chocolate favorito; al escuchar una canción de nuestro agrado el cerebro libera dopamina, el motor fundamental del placer que se activa durante la alimentación y el sexo, afirmó el investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM, Hugo Sánchez Castillo.

 

“Un dato curioso es que aquella música que consideramos triste se grabará más que aquellas que consideramos alegres”.

 

 

Puntualizó que escucharla produce emociones tan intensas que nos hace derramar lágrimas o bailar de júbilo, toda vez que ese órgano humano está diseñado para responder a incentivos del medio ambiente que son significativos, y las emociones son parte de esa respuesta.

 

Las emociones humanas y las de los animales están diseñadas como un vehículo de la evolución para la preservación y adaptación del organismo a los alicientes usualmente inesperados del entorno, detalló el especialista Díaz Gómez.

 

 

En los estudios que realizó el grupo de Neurociencia de la Música de la UNAM, en el que colabora, “encontramos que la música agradable también activa el hemisferio izquierdo del cerebro –donde se ubican las zonas del lenguaje– y que, en los sujetos diestros, 90 por ciento de la población, es el que gobierna la dominancia manual o dexteridad (habilidad)”.

 

 

Cuando uno identifica una melodía y se está familiarizado con ella, es como si fuera un lenguaje que se conoce. Entonces se puede gozar porque tiene características gramaticales que son reconocidas y esto involucra al hemisferio cerebral dominante, el lingüístico. Además, las desagradables activan más el hemisferio derecho del cerebro, lo que implica que se desconoce la secuencia melódica que se escucha, expuso.

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