GÜELE A GAS.
VERBA BRAVA
Columna: VERBA BRAVA
Por: Trujyper
¡¿Qué dice mi gente?! Pos yo creo que nada cuando no habla y menos cuando no la dejan hablar, así de sencillo es el jale ni más ni menos mis ñeritos chulos.
Les cuenteo un asuntacho gacho pero muy de tochos los días en todo lugar de mi Veracrú lindo y querendón. Ái se las platico de cómo fue…
Una doñita con dostres añejos más del tostón, como quien dice de las seis décadas, (Doña) en la esquina de la calle sin pavimentar de la coloña refundida, arrastrando su tanquecito para gas que alimenta su estufita de dos quemadores. Me chuté tocho el diálogo que se dio con los empliados de la gasera (Batos) del camión vendedor de tanques de gas, no digo marca porque pa’no contrariar a naiden y no se peen conmigo.
La ñora estirando hacia arriba el brazo agitándolo y gritando moderadamente a los repartidores de gas:
Doña.- ¡Heeey muchachos, uno de veinte por fa!!!
Batos.- Aguante madre, de volada, aguante.
Mientras uno termina de despachar y cobrar a otro cliente quinientos y feria de varos el otro se acerca al diablito de la mujer revisando el culo del cilindro.
Bato 1.- Uyyyyyy jefa, éste ya bailó las calmadas, ya no pela, ya no sirve, ta’bien picao del salitre y del ótsido, así no se va’poder.
Acercándose el otro que funge de chofer de la unidad, descamisado empapado en grasiento sudor..
Bato 2.- Qué jais con el fierro, ¿nel?
Bato 1.- Nanches, lo pica un chaquiste y se desinfla, ya nel.
El Bato 2 se dirige a la mujer con ceño fruncido y mueca de boca chueca enseñando amarillenta dentadura y salpicando minúsculas gotitas de saliva…
Bato 2.- Tiene usté que comprar otro tanque, este ya no se lo podemos recebir, en la planta nos lo retachan o nos lo cobran a nosotros por haberlo recibido en mal estado, ni modo jefa, ni modos.
Se retiran sin más, ágilmente los dos trepan a su vehículo, el manejador mete acelerones y el otro golpea con la llave stilson en loco frenesí un tanque vacío gritando al viento, a nadie y a todos …eeel gaaaaaas. Suena la musiquita pegajoza y el polvo-arena los oculta y pierde en penumbra soleada de más de 30 grados.
La mujer, erguida en sus chanclitas empolvadas, se queda rumiando maldiciones, mentadas y otras cosillas contra quién sabe quién, no sabe si culpar al salitre, al óxido por agua, a la pésima calidad del metal, a la Procuraduría del Consumidor, a Protección Civil, a la Cuatroté o a los propietarios de las Distribuidoras de gas butano. Gesticula fastidiada, levanta el brazo derecho, lo dobla por la parte interna del codo y les dedica una vistosa despedida en lenguaje corporal expresivo que le sale del alma, lo acompaña de emotivo susurro; ..¡inguen a su mare, jijoepoetas malparidos!
Y yo de sombrero panameño milando tras y desde una desvencijada palmera amarilla, -como el meme del Juanga- reseca, más borracha de sol que las de Agustín Lara, inocentemente me pregunto: ¿ a quien jijos de un demonio debe la mujer dirigirse para reclamarle? ¡coño joder! La mujer –¿y cuántos miles más?- perdió su combustible, perdió su tiempo, perdió el costo del tanque que ya no se lo reciben y perdió la oportunidad de cocer los frijoles para la comida de sus tres nietos, ¡maldita sea!
Lo que no deja de ser cierto es que me dijo la ñora; mi’ja hace dos meses compró la estufita y un tanque de gas nuevecito, pero cuando se acabó se lo llevó una camioneta gasera y me vendió este que ahora ya no quieren recibir, ¡ya me cargó la rechin ..tola!
¡Pero hay un Dios que todo lo ve!
¿Será? Mejor que lo vea Profeco. Digo, no hay que ser pa’que no nos digan.